17 de febrero de 2010

Volver

... Y la casa está sola. Los sonidos se vuelven cada vez más nítidos. El crujir de la puerta puede significar la llegada de un extraño, la manifestación de una presencia conocida.

Es verdad que los muertos no se van nunca, que los llevamos cargando como un equipaje lleno de recuerdos para no olvidarnos de nosotros mismos, pero eso no hace que pierda el miedo a perder la maleta en la estación de algún país lejano, dándome cuenta de que puedo continuar el viaje sin ella y, más que nada, que la maleta ya no necesita de mí.

1 comentario:

Elsa RBrondo dijo...

No me sorprende leerte así, en tus insondables ojos hay siempre profundidad y a la vez un vértigo.